jueves, 11 de octubre de 2007

la muerte de superman

El puesto de diarios estaba en un pueblito donde se conocen todos y no hay ningún secreto. Con Salvador teníamos la plata para comprar la historieta más importante del mundo: “la muerte de Superman”. Quedaba sólo una: en la tapa estaba superman moribundo y ensangrentado. Estábamos por comprarla a medias, pero entonces otra revista nos llamó más la atención. Creo que Salvador también prefería esa otra, pero no se animaba a comprarla. Que la kiosquera conociera a mis padres hacía todo mucho más difícil. Cuando yo era chico había una vedette que estaba de moda y a nosotros nos parecía la mejor. Y en la tapa de esa revista estaba ella.

No me importó preguntarle a la kiosquera por esa revista: después de todo, ella también debió habérsela comprado a alguien, pensé; así que debería saber qué se siente.

-¿Cuánto sale?

-¿Esa?

-Sí, esa

-Necesitas autorización de tu papá

-Mi papá me deja...

-Bueno, entonces que venga con vos, o que te firme una nota.

Salvador estaba nervioso y también algo decepcionado porque no iba a enterarse de quién había matado a Superman, pero esa vedette con sus medias de seda negra era más fuerte que Superman.

En mi cuarto, con una hoja en blanco, los dos en plena falsificación.

Autorizo a mi hijo Franco Giraldes a comprar la revista Erección.

Rubén Giraldes.

Se notaba que era la letra de un chico de diez años, pero no nos importaba.

La mujer del kiosco leyó la nota y preguntó si de verdad la había escrito mi papá. Le dije que no, que la había escrito yo, pero que la había firmado mi padre.

Del kiosco de diarios fui con Salvador a la guarida secreta donde habíamos planeado leer juntos la muerte de Superman. Ahora abríamos aquella revista; era pesada, las páginas eran gruesas, las fotos a color en hojas que se desdoblaban y formaban poster que ya podía ver colgados en las paredes de mi habitación. Una y otra mujer, mujeres y más mujeres, todas rubias y hermosas y lo mostraban todo... y en la mitad de la revista, con tacos altos y medias negras de seda, aquella vedette, arrodillada en una cama, mordiéndose la uña del dedo índice y mirándonos a los ojos. Sus bucles rubios caían sobre sus pechos desnudos... y entonces entendimos quién había matado a Superman.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

muy tierno su relato Coqui.

PD: suerte en el viaje. realmente espero que le vaya muy pero muy bien. hubiera sido bueno verlo antes, pero bueno, la lluvia, el viento... o eran las olas y el viento?

salutes.

Unknown dijo...

sos un maricon

Anónimo dijo...

Pibe, lo q mas me gusto es tu fotolog.
te felicito.

Anónimo dijo...

Fran!!!! yo me acuerdo de esto como si fuese ayer,me acuerdo de mi vieja entrando a casa y diciendo "a que no saben la ultima que hizo pancho??" jajaja y nos contó la historia. Hay un solo error, que la "kiosquera" era y es (sigue siendo el mismo) Kiosquero, tambien sigue siendo cuervo.- Besos te adoro! Mili tu vecina